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AGRESIVIDAD

P. Pageat (Con la clasificación de Moyer sobre agresividad)

Traducción y síntesis : MVZ Stephane Meder Vincileoni

"La agresividad es un comportamiento centrífugo (comportamiento cuyo objeto "consumatorio" es distinto del sujeto en sí. Los comportamientos de agresión, de exploración son comportamientos centrífugos). Le permite al animal modificar su medio ambiente, actuando directamente sobre él (comportamientos de agresión), o recogiendo informaciones para modificar su representación (comportamientos exploratorios).

La presencia de los comportamientos de agresión en esta categoría semiológica conduce en ocasiones al clínico sobrevaluar su importancia, al quedarse sobre la defensiva por las consecuencias que cualquier error de identificación puede ocasionar para seguridad de los propietarios. Es necesario esforzarse, sobre de este tema, para tener la misma exigencia de precisión que para la exploración de otros elementos "comportamentales", sin por otra parte focalizar la consulta sobre este solo aspecto".

En el perro se pueden distinguir cinco secuencias de agresión típicas que pertenecen a la clasificación de Moyer, estas a su vez enriquecidas en su descripción a partir de las observaciones clínicas que durante 15 años ha realizado Patrick Pageat:

"Agresión de depredación :

Según el tipo de presa que casa, el perro presenta dos tipos de agresión de depredación.

Para las presas de pequeño tamaño, la secuencia es relativamente constante de un sujeto a otro. El perro salta con los dos pies juntos, cola levantada verticalmente, orejas paradas, pelo de la región dorso-lumbar erectos, y se deja caer con los dos anteriores sobre la presa. Este salto es repetido en varias ocasiones, aparentemente hasta que la presa se inmovilice. Es entonces cogida mediante las mandíbulas y sacudida vigorosamente, lo que provoca un fractura del raquis.

Para las presas de gran tamaño, se trata de una cacería en grupo cuyo desarrollo es ampliamente dependiente de la organización jerárquica. La presa es identificada después de una fase de búsqueda que termina por desencadenar su huida. Esta huida parece ser indispensable para el desencadenamiento de la secuencia de depredación; una presa que se queda inmóvil cuenta con todas las posibilidades de ser ignorada. La segunda fase de la depredación es una persecución, es decir una carrera detrás de la presa que tiene por objetivo manifiesto constreñir esta a inmovilizarse para hacer frente a sus perseguidores ("los cuales son sujetados por los cazadores"), la muerte de la presa es el acto de sujetos dominantes hembras y machos. Serán los primeros en consumir el producto de su cacería.

En todos los casos la depredación es desencadenada por la estimulación del hipotálamo lateral. Parece ser que este estímulo sea facilitado por el hambre, existiendo conexiones entre el centro de la saciedad y las regiones hipotalámicas que nos interesan. El hambre actuaría en particular aumentando la vigilancia, el perro acabaría siendo particularmente receptivo al menor movimiento brusco en su medio ambiente. Sin embargo, sería falso creer que este comportamiento esta estrictamente controlado por parámetros fisiológicos; en efecto, diferentes factores tales como experiencias anteriores, un adiestramiento (cacería), la imitación de congéneres o aún más la presencia de numerosas presas en un lugar cerrado van muy rápidamente desencadenar la depredación en sujetos saciados.

Los esteroides sexuales no tienen prácticamente ninguna influencia sobre este comportamiento.

En la clínica, el comportamiento de agresión de depredación es muy a menudo implicado en situaciones de depredación de ganado o de animales de traspatio (en ocasiones animales de fauna silvestre en reservas de cacería).

Se trata entonces de comportamientos fisiológicos, para los cuales los métodos educativos son poco eficaces y mantienen al clínico en jaque.

Encontramos también, de vez en cuando, actos de depredación teniendo al hombre como victima. Aunque raramente observados en Europa, estos comportamientos han sido en varias ocasiones descritos en los Estados Unidos donde son provocados por perros errantes organizados en bandas, pero también en Asia (India, Nepal...) donde los perros callejeros matan cada año un cierto número de personas,. Se trata, de hecho, de perros que no son socializados al hombre que es tratado en consecuencia como cualquier presa de gran tamaño, con una preferencia por los niños y los ancianos. En Europa, entre las personas que, cada año, son victimas de los perros, se observan casos de depredación que son el producto de perros normalmente propiedad de personas que los tienen para la protección de los bienes de sus amos. Cuando estos perros se escapan, pueden atacar a una persona sola que se pondría a huir viendo generalmente una actitud amenazadora.

Estos perros son excesivamente peligrosos y no conocemos, actualmente, ningún medio para modificar eficazmente y de manera duradera su comportamiento.

Más raramente, encontramos perros de compañía que presentan un comportamiento de depredación en presencia de niños muy jóvenes (menores de 1 año) que no caminan aún. La secuencia efectuada es la de una depredación de pequeña presa fácilmente identificable. Encontramos este comportamiento en perros que nunca han estado en contacto con niños de esta edad. Aquí también, la mayor prudencia es necesaria, el conservar un perro así en la familia es imposible ya que demasiado peligroso.

Agresión jerárquica. Se trata de un reagrupamiento de "la agresión entre machos" y de la "agresión entre hembras" de Moyer. Preferimos adoptar este proceder debido a la homogeneidad secuencial y funcional de estas dos agresiones, la terminología que hemos elegido nos parece esclarece más eficazmente las características de este comportamiento.

Se trata entonces de comportamientos desencadenados en situaciones de competencia jerárquica. Los esteroides sexuales juegan un papel importante en el desarrollo de estos comportamientos durante la pubertad, y son secundarios en el adulto maduro. Es decir que la castración no aportará nada para el control de estas agresiones.

Los centros nerviosos en el origen del desencadenamiento de estas agresiones no están claramente identificados, pero la región septal parece jugar un papel.

La secuencia de esta agresión esta típicamente compuesta de tres fases. La primera es una fase de intimidación durante la cual observamos una piloerección, orejas paradas, cola parada, miembros rígidos con un andar "mecánico", los belfos están fruncidos, las pupilas en miosis con el canthus externo jalado hasta las orejas, mientras que el perro emite gruñidos. La segunda fase es el ataque. El perro se lanza sobre su adversario e intenta dominar una parte del cuerpo (o presa) que será siempre la misma: la piel de la frente dorsal del cuello, la de la frente ventral del cuello y del pecho, los miembros anteriores. Una vez la presa asegurada, el perro ejerce una tracción que tiene por efecto tumbar a su adversario sobre el flanco o sobre el dorso. Intenta mantenerlo allí hasta que este último adopte una postura de sumisión. Pasamos entonces a la tercera fase que es el apaciguamiento. El perro "vencedor" se acerca al que se acaba de someter y va a mordisquearlo arriba de la cabeza, o ponerle un anterior sobre la cruz y en ocasiones cabalgarlo.

Cuando se trata de una agresión jerárquica entre el hombre y el perro, encontramos el mismo tipo de organización secuencial. Algunas variaciones aparecen, que tienen que ver esencialmente con la mordida y el apaciguamiento. En la mayoría de los casos, las mordidas son infligidas sobre el miembro superior (mano y antebrazo), pero encontramos, principalmente sobre niños, mordidas en la frente dorsal del cuello (hemos encontrado estas mordidas sobre adultos cuando el perro pertenece a una raza de las llamadas gigantes). El apaciguamiento, en cuanto a él, puede desarrollarse exactamente como entre perros, pero puede limitarse a un lamido-mordisqueo del miembro mordido, presentado por el propietario que piensa que el perro "pide perdón".

El ataque varía según las relaciones jerárquicas que preexisten entre los adversarios. Si el agresor está en situación de dominante, inflige una mordida breve seguida inmediatamente por una nueva fase de intimidación. En cambio, si esta en situación de competencia, no suelta su presa hasta la obtención de una sumisión. En un enfrentamiento perro-hombre, la situación es la misma; las mordidas de perros que se perciben dominantes en relación a sus amos son breves; la gente dice que el perro "pellizca" o "mastica". En cambio, no sueltan la presión hasta la sumisión de su propietario si hay competencia.

En el perro sano, la mordida finaliza cuando el adversario se somete.

Para identificar agresiones jerárquicas en la clínica, nos interesaremos por situaciones de gran importancia social:

- el acceso a la comida;

- ¿ el dominio del espacio en el cual vive el grupo; por ejemplo esta en la recamara de sus amos, o sobre un sillón, acepta irse cuando sus propietarios le obligan o los arremete ?

- la expresión de la sexualidad; esto tiene que ver tanto con comportamientos sexuales intraespecíficos como interespecíficos (¿ entre el perro y su perro de sexo opuesto: cuando sus amos se juntan para besarse, el perro se muestra agresivo ?).

El desencadenamiento frecuente de comportamientos de agresión jerárquica firma una sociopatía.

Agresión por irritación. Se trata de un tipo de agr4esión desencadenada por el dolor (agudo o crónico), las privaciones (hambre, sed), las frustraciones (reemplazo de una recompensa que se entregaba después normalmente de un acto, por un castigo), la persistencia de un contacto físico después que señales de finalización del contacto hayan sido emitidos.

La agresión resulta de una estimulación de una parte del hipotálamo ventro-mediano (de hecho la ablación como la estimulación de esta región del encéfalo refuerza a esta agresión), pero también cuerpos amigdaloides del núcleo caudal del septum. El estradiol y la testosterona tienen una acción que facilita y refuerza sobre este tipo de agresión. La castración precoz permite reducir considerablemente la frecuencia de las agresiones por irritación.

La secuencia de agresión por irritación es muy fácil de identificar y permite ubicar la posición jerárquica en el cual se encuentra el agresor en relación al agredido.

Si el agresor es dominante en relación al agredido, la fase de intimidación asocia una rigidez de los miembros, flexión de los posteriores, el raquis está extendido con la piloerección y la cabeza esta en consecuencia ligeramente atrás, el hocico se acerca a la frente ventral del cuello. Notamos también que los belfos están fruncidos, las orejas están pegadas sobre la parte posterior de la cabeza, la pupila en midriasis (se percibe el tapete retiniano, los propietarios hablarán del ojo verde que prece la "crisis"), mientras que un breve gruñido es emitido.

La mordida sigue muy de cerca la intimidación. Es breve, repetida, acompañada de gruñidos y muy a menudo infligida sacudiendo al adversario.

Esta mordida es seguida de una nueva fase de amenaza, el apaciguamiento no interviene sino un poco más tarde, cuando el vencido se ha retirado un poco más lejos. El vencedor va entonces a lamerlo y se va.

Si el agresor es dominado por el agredido o se encuentra en posición neutra, la fase de intimidación se caracteriza por ser en posición acostada, miembros replegados, cuerpo ligeramente inclinado sobre un costado9, el cuello y la cabeza están dirigidos hacia atrás (los propietarios describirán a un perro "hipócrita", que muerde sin siquiera ver a sus amos). Las orejas están pegadas hacia atrás, los ojos en midriasis, el gruñido emitido es sordo y en ocasiones poco audible.

La mordida es múltiple, infligida proyectando la cabeza en varias ocasiones. Es una mordida realizada con los incisivos la cual es, muy a menudo, relativamente poco vulnerable.

La mordida es seguida de una fuga donde el perro se retira desplazándose sobre miembros flexionados, cola bajo el abdomen recogido (lebreteado). Las orejas están pegadas hacia atrás y el perro sigue gruñendo sordamente. Se dirige generalmente hacia su lugar de dormir o hacia algún escondite (los propietarios hablarán de un perro que muerde sin atreverse a mirarlos y que va esconder sus remordimientos).

Esta agresión es extremadamente importante sobre el plano semiológico; las circunstancias de su aparición; su desarrollo y su asociación con otros tipos de agresiones tienen un significado preciso. En efecto, la agresión por irritación esta sistemáticamente presente en los sujetos dominantes. Es entonces, muy a menudo, desencadenada por cualquier tentativa por sostener un contacto físico iniciado por un dominado. La situación más clásica en clínica es la de los propietarios que presentan su perro en consulta debido a mordidas que han padecido cuando querían acariciar a su perro. En un primer tiempo este se deja acariciar, pero se endereza si estaba acostado; posteriormente se pone tieso y emite un gruñido breve antes de morder a su amo. Se trata de un síntoma clásico en las sociopatías.

La brutal aparición de un comportamiento de agresión por irritación en un perro que jamás había planteado un problema relacional con su medio, con una secuencia de tipo "perro dominado", debe llevar al clínico a la mayor vigilancia. En efecto, se trata entonces de agresiones que son o provocadas por un dolor (agudo o crónico), o favorecidas por una disendocrinia o una alteración sensorial.

Es necesario en consecuencia retomar el examen clínico interesándonos en lo particular por la región corporal cuya estimulación parece haber provocado las primeras agresiones. Algunas afecciones son con frecuencia en el origen de agresiones por irritación, es el caso de las otitis externas o medias, displasias de los fotorreceptores, de la coxartrosis, fistulas perianales (y de la mayoría de las lesiones perianales cuando son el sitio de procesos inflamatorios). También, en los perros que pertenecen a razas de pelo largo, la presencia de una cortina espesa de pelaje delante de los ojos es una causa muy frecuente de agresiones por irritación.

En estos animales, las primeras agresiones se presentan en la pubertad, cuando el crecimiento del pelaje es suficiente para modificar la percepción visual; esto es particularmente claro en el Briard y constituye una importante causa de mordidas que afectan a niños atraídos por ese "gran osito de peluche".

Esta agresión tiene la particularidad de instrumentalizarse con mucha rapidez, lo que debe conducir al clínico, cualquiera sea la afección para la cual ha sido consultado, instituir todos los medios de que dispone para controlar esta respuesta comportamental.

Agresión territorial y maternal. Las bases neurológicas de estos dos comportamientos no han sido aún precisados hasta el presente. En cambio, ha sido demostrado que los andrógenos y la progesterona tienen una acción que facilita la producción de estas respuestas comportamentales.

Estas agresiones son desencadenadas por una intrusión en el campo de aislamiento (hasta este momento confundido con el campo de agresión) o en el territorio de la manada. Se tiene por costumbre en consecuencia asociar estas dos agresiones debido a sus similitudes en el desencadenamiento. Claro esta, la agresión maternal tiene una mayor especificidad, ya que la presencia de los cachorros es el elemento situacional indispensable para que se presente. Hay que asimilar a la presencia de los cachorros la de un "análogo afectivo" (juguete, trapo, pantufla...), como lo observamos en las seudociesis.

Las secuencias son bastante típicas. En la agresión territorial propiamente dicha, el defensor va al encuentro del intruso ladrando y posteriormente gruñendo, pelo erizado, cola parada, orejas levantadas. Se para a algunos metros de su adversario y lo fija. Si este último hace frente, el defensor rasca el piso con sus cuatro miembros manteniéndose en su postura y gruñe. Cuando el intruso persiste, el defensor orina levantando un posterior en múltiples ocasiones sobre el suelo que rascó. Cuando esta fase de intimidación no basta, se presenta el ataque al intruso, lo cual basta para provocar que se retire algunos metros más lejos. El vencedor ladra entonces con el cuello extendido, moviendo la cola la cual esta parada. Los dos perros pueden entonces reiniciar el contacto si el intruso realiza una aproximación desviada, al precio de una trayectoria ondulante acompañada de señales de sumisión.

Si el intruso es un ser humano, la secuencia puede registrar modificaciones por las repuestas que la persona adopta frente a las amenazas del perro. Al respeto, es necesario saber que muchos perros de los llamados guardianes son animales mal socializados al hombre, que van a agredir por miedo o presentar comportamientos de depredación (como los perros llamados de "pasillos", que son perros que no están socializados al hombre colocados en no man’s land en instalaciones militares).

En cambio la agresión maternal es más simple. Inicia con una corta fase de intimidación que se limita a gruñidos emitidos por la perra acostada. Inmediatamente son seguidos por un ataque rápido durante el cual numerosas mordidas pueden ser infligidas al adversario. Cuando este se ha alejado lo suficiente (distancia imprevisible que parece variar en función de la naturaleza del intruso), la perra regresa hacia su camada moviendo la cola y, muy a menudo, lame sus cachorros.

La agresión territorial está muy a menudo asociada a la agresión jerárquica y a la agresión por irritación, realizando así lo que hemos calificado como "triade agresiva" de las sociopatías.

En la perra, retendremos la importancia que tienen los comportamientos de agresión maternal y territorial cuando existe un disfuncionamiento genital con anestro persistente y seudociesis sistemática. La perra es entonces descrita como un animal en alerta constante. Camina con la "grupa metida", cola bajo el abdomen, posteriores flexionados y se voltea gruñendo tan pronto como se acerque alguien. Por otra parte, se apropia de objetos, que materniza, mientras que arremete a cualquiera que pase a proximidad del lugar donde los guarda.

Agresión por miedo. Es un comportamiento de agresión muy particular, de aparición excepcional, en situaciones donde la huida es imposible y cualquier otro comportamiento es inoperante. La designación del comportamiento por la expresión "reacción crítica" reafirma bien el carácter extremo de esta respuesta.

Esta agresión resulta de la activación del hipotálamo anterior hasta el núcleo ventro-mediano. Es acompañada por respuestas del sistema ortosimpático y un aumento de la tiroxina, del cortisol y de las catecolaminas. Por estas perturbaciones humorales y neurovegetativas, se asiste al desencadenamiento de diferentes respuestas viscerales y cardiorrespiratorias que son las manifestaciones periféricas del miedo.

La secuencia de agresión por miedo posee características que la vuelven fácil de identificar. Por un lado, no posee fase de intimidación. El ataque es directo e imprevisible; únicamente un aumento de las frecuencias respiratoria y cardiaca, así como una midriasis ("mirada loca" mencionada por los propietarios), reafirman el cambio de estado reaccional. Por otra parte, no hay control de la mordida. Las heridas infligidas durante esta secuencia serán siempre muy severas, profundas. Estas dos características justifican la gran atención que debe darle el veterinario cuando busca eventuales episodios de agresión por miedo. Su presencia repetida, en un cuadro clínico, debe siempre conducir a la institución de una quimioterapia a bese de neurolépticos antiproductivos o de normotímicos. Cuando la consulta permite identificar múltiples episodios de agresión por miedo, se debe concluir a la existencia de una ansiedad bajo su forma intermitente. Podemos encontrar este síntoma en la distimia del Cocker.

SEMIOLOGIA DE LOS COMPORTAMIENTOS DE AGRESIÓN

Mordidas incoordinadas (impulsivas) + agresión por irritación (disocialización primaria*)

Agresión por irritación de aparición brutal (agresión reaccional de los estados inflamatorios)

Agresión jerárquica + agresión por irritación + agresión territorial (la última en aparecer) (sociopatía)

Agresión por miedo + aumento de la frecuencia de las manifestaciones orgánicas (ansiedad intermitente)

Agresión por irritación + agresión maternal (verificar T4 + cortisol + hormonas sexuales).

 

* En el II Congreso Mundial de Lyon la disocialización ha sido expuesta a título de hipótesis por Gérard Muller, Joel Dehasse, Patrick Pageat y Claude Beata restando aún sobre el plano estadístico confirmar tal hipótesis a un cuadro de esquizofrenia en el perro.

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